En una nota de opinión publicada hoy en el diario Clarín, Diana Wang afirmó: “Estamos viviendo la traición de las consignas feministas que tanto han hecho por la dignidad de las mujeres. Las históricas luchas por la igualdad y la justicia, las denuncias de ataques y violaciones, y los ideales proclamados se han estrellado contra el atronador silencio tras la orgía femicida del terrorismo de Hamás el 7 de octubre. Las mismas que señalaron la opresión de la sociedad patriarcal callaron ante la barbarie. Aquellas que se enorgullecían de su militancia progresista, su moral igualitaria y sus anhelos de dignidad, se alinearon con dictaduras patriarcales y terrorismos femicidas, silenciando sus voces ante las víctimas israelíes”.
¿Quién puede sinceramente pensar que alguna feminista valida, calla o no repudia las violaciones a las mujeres israelíes? ¿Es en serio?
Supongo que Diana Wang, en la impotencia y el dolor -que comparto- frente a estas violencias y en el afán de buscar justicia, ataca a quien en realidad podría abrazar y abrazarla: el feminismo. 
Este tipo de acusaciones son recurrentes. Cada vez que ocurre una violación, un abuso o cualquier otra atrocidad, se nos interpela con un sarcástico:
“¿Dónde están las feministas?”.
Como si todas las feministas del mundo viviéramos juntas en un monoambiente, siempre vigilantes y listas, coordinadas al toque, uniformadas en todas nuestras ideas, para responder a cada injusticia, en cualquier momento, en el tono y la forma que cada persona espera que lo hagamos.
El feminismo no es una sola persona con dirección postal y de email; sino una filosofía, un movimiento y múltiples colectivos y corrientes de pensamiento.
A través de diversos colectivos en diferentes épocas, el feminismo ha logrado avances significativos para todas las mujeres y, en realidad, para la sociedad en general, acercándola un paso más a la igualdad. Ser feminista no es pretender darle el poder a las mujeres por sobre o en contra de los hombres, sino abogar por la igualdad de derechos entre todas las personas: mujeres, varones y diversidades. 
Las feministas lucharon por el voto para toda la ciudadanía, por la patria potestad compartida, el acceso a la universidad, antes reservados solo a una parte, los varones, y lucharon por el reconocimiento de la violencia por cuestiones de género, que antes se disimulaba con términos tales como “crimen pasional”; y que en realidad son femicidios, travesticidios o crímenes homofóbicos.
Gracias a estas luchas y a tantas otras, las mujeres, incluso aquellas que hoy critican al feminismo, acceden a derechos civiles, políticos y económicos que antes les eran negados.
En tiempos de guerra o conflictos armados, las mujeres y las niñas son tratadas muchas veces como “botín”. La violación y la tortura a las mujeres es parte de ese terror que buscan instalar. Esto que les pasó a las mujeres israelíes, como también a las mujeres en Ucrania debido al conflicto con Rusia, donde también hubo torturas y violencia sexual son delitos aberrantes. Repudiados absolutamente. 
En todo caso, la pregunta es: ¿Por qué Diana elige ponerse a confrontar con el feminismo en lugar de integrarse y sentirse parte; y desde ese lugar, defender a las mujeres israelíes violadas, proponiendo y generando acciones de mayor impacto que sumen a más personas en este reclamo?. Si Diana y las que faltan, se sumaran, la lucha por la igualdad de géneros y contra la violencia sexual para con las mujeres israelíes y para con todas las demás que sufren abuso o violaciones y atrocidades, podría ir más rápido y seríamos más fuertes.
En los primeros cuatro meses en Argentina se registró un femicidio cada 37 horas. Hay mucho por hacer. Solo 1 de cada 4 mujeres recibe cuota alimentaria para mantener a sus hij@s ¿Qué aporta publicar una nota de opinión en un diario importante para descalificar una lucha justa y desconocer el difícil trabajo que implica generar acciones colectivas?.
El feminismo ha demostrado ser un motor trascendental para el avance de los derechos de las mujeres en todo el mundo y en Argentina. No solo para el beneficio de éstas, sino porque una sociedad más igualitaria nos pone en espacios más sanos y justos a todos y a todas.
En lugar de criticar al feminismo, tal vez la salida sea avanzar por la positiva: unirsele y trabajar juntas contra la violencia, por la justicia y la igualdad.
Y en todo caso preguntarnos dónde estaban o dónde están “todos los demás” mientras los/las desplazados/as por las guerras y la violencia  alcanzan a millones de migrantes, dónde están todos los demás, cuando las mujeres en cada guerra o conflicto son violadas, o cuando meten en una red de trata a niñas y niños?
La responsabilidad es de toda la sociedad para luchar por la paz, contra las violencias y por mayor igualdad. 

Por un día, ¿podrían dejar de atacar al feminismo?

Por L.E

Opinión de Diana Wang a la que se hace referencia en esta nota: https://www.clarin.com/opinion/olvidos-silencios-feminismo_0_BXvLGDBBzT.html

Ilustración de la nota: Octavia Bromell en Pinterest

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