La paradoja del gato de Schrödinger, propuesta por el físico  Erwin Schrödinger en 1935, describe una situación aparentemente absurda: un gato encerrado en una caja con una capsula con veneno que puede matarlo o no, dependiendo de un evento cuántico aleatorio. Según la mecánica cuántica, mientras no abramos la caja para observar, el gato existe en “superposición” —está simultáneamente vivo y muerto. Solo cuando alguien abre la caja y observa, el sistema “colapsa” hacia uno de los dos estados posibles.

Esta paradoja, resulta una metáfora perfecta para entender el persistente fracaso del centro político argentino.

La superposición del centro: dentro y fuera de la caja

Las fuerzas de centro —UCR, Socialismo, Coalición Cívica, Confianza Pública y el GEN,  la socialdemocracia dispersa— viven exactamente esta paradoja. Dentro de la caja (su propio discurso interno): se presentan como capaces de ofrecer una tercera vía, con racionalidad, institucionalidad y modernidad. Prometen diferenciarse de la polarización y construir puentes.

Fuera de la caja (la percepción social y electoral): siempre terminan siendo absorbidos o subordinados por los polos. Antes fue Macri, ahora Milei;  frente al kirchnerismo. Permanecen en un “estado potencial” que nunca se concreta en una identidad clara ni en una organización unificada.

Evidencia empírica: Figuras como Lousteau o Manes, Graciela Ocaña o Hernán Reyes son valiosísimas. Son dirigentes honestos/as, formados/as, que votan con convicción, saben del  juego parlamentario, arriesgan, proponen y hacen latir la racionalidad y el reformismo pero nunca tradujeron esa potencialidad en estructura organizacional o proyecto de poder coherente que abrace a todo el país. Objetivamente mejores que varios diputados o funcionarios del oficalismo. Qué les falta?

El momento electoral funciona como el “acto de observación” de la CAJA CON EL GATO que colapsa la función de onda política. Aquí opera lo que los politólogos llaman “voto útil estratégico”: los electores, ante la incertidumbre de la gobernabilidad, concentran sus preferencias en las opciones que perciben como viables para ejercer el poder real. Pasó con :

  • Macri-Scioli

  • Fernández-Macri

  • Milei-Massa

Y el centro no figuró

Las causas estructurales: o por qué el gato siempre muere

  1. Incapacidad de organización interna: El centro sufre lo que podríamos llamar atomización crónica: demasiados liderazgos personales, exigencias cruzadas, y poca disciplina partidaria. Cada figura quiere ser “la referencia”, pero ninguna acepta subordinarse a un proyecto común. Las condiciones que pone cada actor para una eventual alianza son tan exigentes que hacen imposible cualquier acuerdo.

  2. La lógica de la polarización estructural: En Argentina, la sociedad ha aprendido a ordenar su voto entre dos opciones fuertes porque percibe que las “terceras vías” diluyen la posibilidad de gobernabilidad. Los contextos presidencialistas con alta fragmentación social, los votantes aplican una lógica de “voto útil preventivo”: prefieren asegurar que su voto contribuya a definir el resultado antes que “desperdiciarlo” en opciones sin chances reales.

  3. El dilema de la diferenciación imposible: Las fuerzas de centro enfrentan una paradoja estratégica: para diferenciarse de los polos deben moderar su discurso, pero la moderación reduce su capacidad de movilización electoral. Ser reformista, ser racional no es tan atractivo como la moto cierra o el detrás de toda necesidad hay un derecho.

Más allá de la metáfora: ¿es posible salir de la caja?

La Crisis de legitimidad simultánea de ambos polos como se esta empezando a ver, puede ser una oportunidad. Cuando la ciudadanía se harta de la confrontación estéril y que conduce a nada, posiblemente comience buscar una tercera opción equilibrada.

Será necesario un liderazgo unificador capaz de subordinar egos personales a un proyecto común. Que debe funcionar como un equipo, que debe ser federal pero que tiene que asumirse y delegarse a una persona para que encabece. Esto requiere grandeza y una mirada cooperativa y generosa de la construcción política.

Y por supuesto abre una ventana de oportunidad institucional si no serán las PASO las que definan, si no hay internas en los partidos, habrá que establecer una forma transparente, representativa y movilizante de conformar este espacio, seleccionar candidaturas y organizar las decisiones colectivas.

Conclusión:

El centro argentino permanece atrapado en su propia paradoja cuántica. Como el gato de Schrödinger, vive en un estado de indeterminación: siempre presente como posibilidad, nunca real como opción de poder. Mientras no resuelva su problema de “observación” —es decir, mientras no se unifique en un proyecto coherente antes del momento electoral— seguirá siendo una promesa fantasma.

La metáfora cuántica no es casual: en política, como en física, la observación (el voto) define la realidad. Y hasta ahora, cada vez que la sociedad argentina “abre la caja electoral”, descubre que el centro no estaba realmente vivo como alternativa, sino que era apenas una ilusión óptica producida por la polarización misma.

Entonces el centro siempre queda como un “gato en la caja”: está, pero no lo dejan vivir del todo. O capaz: está muerto, pero la caja cerrada permite la ilusión de que podría estar vivo. Es hora de cambiar esto. De mostrar una tercera vía de latente a real y tangible que enamore.

Por Laura Echezarreta

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