La denuncia de Alberto Nisman contra Cristina Fernández de Kirchner marcó un antes y un después en la política y la justicia argentina. Para el fiscal fallecido, el Memorándum con Irán era una prueba de negociaciones para garantizar la impunidad de los responsables del atentado a la AMIA. Sin embargo, para la ex presidenta, dicho acuerdo no constituyó un delito, sino una decisión política que buscaba destrabar una investigación paralizada por años.

Cristina Fernández argumentó que la denuncia de Nisman se centraba en que el Memorándum tenía como objetivo levantar las alertas rojas de Interpol para permitir que los acusados ​​iraníes fueran indagados. Recordó en su defensa, que dicho acuerdo fue aprobado por ambas cámaras del Congreso, pero nunca entró en vigencia porque Irán no lo ratificó.

Por otra parte, el juez Daniel Rafecas desestimó la denuncia de Nisman en 2015, dictaminando la inexistencia de delito, fallo que fue confirmado por la Cámara de Apelaciones. Sin embargo, con el cambio de gobierno en 2016, se reabrió la causa, y nuevos jueces asumieron competencias, lo que puede también dar lugar a la percepción de un manejo político de la justicia.

La muerte de Nisman: entre el suicidio y el homicidio

El país sigue dividido respecto a la muerte de Nisman: ¿suicidio o asesinato? Esta falta de consenso pone en evidencia el deterioro del sistema judicial y la politización extrema de los grandes casos. Es difícil pedir justicia cuando ni siquiera hay acuerdo sobre lo básico.

El contexto en el que ocurrió su muerte resulta sospechoso. Aquella noche del 18 de enero de 2015, Nisman apareció sin vida en su departamento. Horas antes, había hablado con periodistas y políticos, mientras trabajaba en los preparativos para su presentación ante el Congreso.

Me inclino a creer que fue un homicidio. En la misma semana que presentó la denuncia más importante de su vida, fue al programa de TV político más importante del momento a exponer su investigación y se preparaba para presentarse ante legisladores. ¿Quién intenta suicidarse y a la vez activa tanto su vida profesional? Pero soy una simple espectadora. No tiene valor lo que crea.

Sigamos entonces…La hipótesis del suicidio también tiene respaldo en informes oficiales, aunque se vio debilitada por falencias en la escena del crimen.

Decenas de personas ingresaron al departamento esa misma noche, comprometiendo la cadena de custodia de la investigación. Los custodios no cumplieron con su deber, y Lagomarsino, su asistente informático, declaró haberle llevado el arma a Nisman, todo esto dejó más preguntas que respuestas.

Siin embargo hace pocos días, el fiscal Taiano, a cargo de investigar su muerte, concluyó que fue un asesinato. Pero entonces ¿qué es lo que pasa en nuestro país? Esta afirmación lejos de ir alineando la investigación respecto a qué le pasó a Nisman, por el contrario: reavivó el debate!!!

Y entonces todo, al menos en la conversación pública, sigue en foja cero. Otra vez hubo cambio de gobierno y otra vez la causa cobra impulso para el lado del homicidio.

Ahora con Taiano, antes con los otros jueces y fiscales  ¿se trata de una posición técnica o está influenciada por el clima político?

Dado que todo esta tan teñido por la grieta conviene que hagas el esfuerzo vos mism@ y mires directo la presentación del fiscal, te dejo el link: https://www.fiscales.gob.ar/fiscalias/la-fiscalia-ratifico-que-el-fiscal-nisman-fue-victima-de-un-homicidio-y-que-su-muerte-estuvo-motivada-en-su-labor-en-la-investigacion-del-atentado-a-la-amia-y-su-encubrimiento/

Quizás sea el momento de ir acompañando personalmente, cada un@ de nosotr@s el trabajo de Eduardo Taiano para que cumpla rigurosamente con todos los procedimientos afín de terminar con debates y especulaciones.

Justicia politizada y dudas inevitables

El caso Nisman desde el principio se convirtió en un campo de batalla entre sectores políticos. Pedir justicia por el fiscal suele asociarte con figuras como Patricia Bullrich, Waldo Wolff o Laura Alonso, quienes en sus opiniones políticas en general tienden a exacerbar la polarización política. Por otro lado, creer en la hipótesis del suicidio te pone en el bando de los que defienden a ultranza a Cristina Fernández.

Aunque cueste hay que hacer el esfuerzo sin importarte qué etiqueta te quieran poner. La tarea de cada uno de nosotr@s debe ser exigir justicia independiente. 

¿El mismo gobierno de Kirchner que creó la fiscalía específica para investigar el atentado a la AMIA también es culpable de haber matado al fiscal?

Suena raro. Pero eso no vuelve la muerte de Nisman un suicidio. Culpables de homicidio pueden haber sido diferentes actores e intereses.

Lo cierto es que, más allá de las preferencias políticas, el manejo de la causa y de la política genera dudas más que razonables.

Por ejemplo, el juez Rafecas, quien desestimó la denuncia de Nisman, fue luego propuesto como Procurador por el gobierno de Alberto Fernández. ¿Es esto una coincidencia o da la impresión de un “premio” por su fallo? Pero la realidad es que Rafecas tiene una sólida carrera judicial, y su postulación tranquilamente puede obedecer a sus credenciales. No obstante, estos gestos alimentan la percepción de que la política y la justicia están entrelazadas en Argentina.

Son las confusiones con las que hay que terminar. ¿No había otro para proponer y así evitar estas impresiones falsas o reales?

Separar los temas: el único camino hacia la verdad

Es fundamental entender que la muerte de Nisman y la denuncia contra Cristina Fernández son temas que deben analizarse por separado. Incluso si Nisman fue asesinado, ello no implica automáticamente la culpabilidad de la ex presidenta en el supuesto encubrimiento del atentado a la AMIA. Mezclar estos asuntos solo contribuye a profundizar la confusión y alejar cualquier posibilidad de esclarecer la verdad.

Argentina no puede permitirse que la muerte de un fiscal que investigaba uno de los peores atentados de su historia quede atrapado en la grieta política. Necesitamos una justicia independiente y profesional, capaz de llegar al fondo de los hechos sin sucumbir a las presiones políticas o corporativas. Solo así podremos honrar la memoria de las víctimas de la AMIA y garantizar que casos como el de Nisman no se conviertan en instrumentos de lucha política, sino en ejemplos de justicia transparente y eficaz.

 

Laura Echezarreta

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