Por más que la realidad nos exija pragmatismo, hay una línea que no se puede cruzar: la de la identidad política.
En tiempos de urgencias electorales y presiones de gobernabilidad, la Unión Cívica Radical debe recordar su historia, su doctrina y su razón de ser.
Ser oposición no es un eslogan: es una responsabilidad ética frente a un gobierno nacional que niega, con cada acción, los principios fundacionales del radicalismo.
Frente a un oficialismo que desfinancia la educación y la salud pública, que desprecia a los jubilados, que niega el cambio climático y estigmatiza a las minorías, no hay lugar para equívocos.
La UCR no forma parte de esta gestión ni la respalda. Quienes han decidido hacerlo, lo han hecho a título personal y sin aval partidario. Esa aclaración no puede esperar: debe ser explícita, categórica y sostenida en todos los espacios institucionales del partido.
El radicalismo siempre ha sido un partido democrático, federal, con vocación de gobierno, pero también con profunda responsabilidad institucional. Por eso, cuando nos tocó ser oposición, lo hicimos con dignidad y firmeza. Hoy no podemos regalar ese legado por cargos ni conveniencias.
La disputa interna que atraviesa a la UCR, no es menor. No se trata solo de listas o alianzas.
Se trata de definir qué tipo de partido queremos ser. ¿Uno que acompaña a un gobierno que niega la república? ¿O uno que se planta desde la coherencia y los valores?
La unidad partidaria no puede basarse en la sumisión, sino en la coincidencia ética e ideológica. La identidad no se negocia.
La UCR no es ni será un partido libertario. Nuestra historia es la del Estado social de derecho, la de la inclusión, la educación pública, la libertad con igualdad, el progreso y el desarrollo productivo. Nuestro rol es el de una oposición responsable, que no bloquea, pero tampoco claudica. Que busca consensos cuando son posibles, pero no entrega su alma por gobernabilidad mal entendida.
En nombre del radicalismo de Yrigoyen, de Illia, de Alfonsín, de tantos militantes anónimos que hicieron de este partido una herramienta de transformación y de esperanza, pedimos claridad. No estamos para ser furgón de cola de nadie. Estamos para marcar un rumbo. Y ese rumbo no lo define la conveniencia, sino la convicción.