La aparición de Milei en el escenario político argentino, pasada la sorpresa, podría provocar un reacomodamiento de partidos y espacios que, incómodos ya de integrar frentes – en las dos últimas elecciones presidencias- más “convenientes” que por historia y miradas comunes, empiezan  a sentir que los une la inercia y  volverían a sus caminos e ideologías originales, dando a la oferta electoral una opción más pura y auténtica,  por fuera de la grieta, una opción de centro, expresando un progresismo  moderno.

Luego de crisis del 2001, y con la aparición del PRO, el radicalismo, la Coalición Cívica, el Socialismo intentaron armar un espacio común. También el Frente Renovador hizo lo propio. Finalmente la virulencia desatada por el contraste Cristina F de Kirchner y Mauricio Macri terminó devorando cualquier alternativa y aglutinando a los diferentes espacios. En ese proceso,  perdieron identidad y diversidad. Todo se transformó en peronismo y anti peronismo.

Tal como señaló Malena Galmarini al momento de dejar el espacio del “medio” e integrarse al Frente de Todos, “la coyuntura tras el fracaso de Macri nos obliga a unirnos con quienes estábamos separados e insistir aunque duela, para lograr la unidad”.

De la vereda de enfrente pasó lo mismo. Para Lilita Carrió hace muchos años, Alfredo Bravo y Pino Solanas eran sus aliados, Hermes Binner o Ricardo Alfonsín y su límite era Macri. Sin embargo, por falta de competitividad propia en el desempeño electoral,  en lugar de impulsar renovaciones y estructurar una organización más potente,  decidió revisar sus pasos y sellar un acuerdo pasando el límite. Fue una medida exitosa. Ganó en el 2015.

Ya para el 2019, muchos sentían que el gobierno de Mauricio Macri y esa alianza, no había logrado casi ninguna de las metas propuestas pero la potencial vuelta del kirchnerismo, sorteó la crisis y los cuestionamientos y  aglutinó una vez más a Juntos por el Cambio.

Sin embargo, nada volvió a ser lo mismo. El radicalismo por ejemplo, empezó a sentir que no merecía seguir tan relegado. Tenía candidatos competitivos y lograba modernizar sus discursos y planteos. Manes, Lousteau, Morales, entre varios más empiezan a revivir viejos sentimientos y la autoestima como fuerza centenaria.

Con Milei, la derecha se renueva y tiene chances de ganar sin tener que ponerse colorada por levantar banderas absurdas.  Los slogans provocadores, jugando con todas esas emociones tan humanas que aparecen justo ahí donde la frustración por un país que tiene la mitad de la población pobre, una inflación galopante y los políticxs más taquilleros encerrados en las misma luchas centrífugas, se abre camino.

Entonces…para las fuerzas aliadas, una cosa era enrolarse detrás de un político republicano, con una alianza diversa para frenar al peronismo K, que en el afán de sumar prometía no regodearse en políticas de ajuste,  desigualdad y el mercado como pilar. Sino que decía aspirar a la transparencia, el orden, la planificación. Y otra es, ahora, tras el fallido gobierno, y frente al show de Milei avanzando, seguir sumados a un espacio como el PRO que a esta altura siente que disimular su verdadera cosmovisión, en pos de la unidad, solo le regala votos al libertario.

Disimular y mostrarse equilibrados hoy al PRO, le resta. Por eso aunque internamente y en función del pasado compartido se pongan a buscar -con poco esfuerzo- los puntos que los unen con sus aliados, la verdad es que el corazón late,  manda y los hace despeinarse.

Y para el radicalismo, la Coalición y otros espacios similares, esta alianza con Macri significó en pos de la unidad y de evitar el “mal mayor”  tener que claudicar en valores fundantes y dejarle las banderas -algunas banderas- en bandeja al Frente de Todos, tales como la  de los derechos humanos y la justicia social, y otras que no las levantó nadie más, como la economía desarrollista y con equilibrio y la lucha por mayor  seguridad pero de la mano de la inclusión, así como la defensa de la educación, pública y privada para la empleabilidad pero también para una mirada crítica. El justo medio, bah

Todo esto, hoy abre el camino a una reorganización generalizada.

Cada uno puede volver lentamente a boxes, reacomodarse, y sentir que ya no es necesario resignar tanto para lograr que el paraguas contenga tanta mezcla.

Ahí es cuando mirar- por ahora de costado- el camino del medio, la tercera opción, empieza a ser una posibilidad real.

También desde el peronismo, el Frente Renovador por su parte, se resiste a quedar enredado en la pulseado interna del oficialismo. Intenta seguir con la misión y principios con los que se fundó. Por un lado asume y continúa con la responsabilidad de formar parte de un gobierno que debe gestionar, pero se aleja de la pulseada mezquina. Y pone en valor todos esos caballitos de batalla con los que siempre se posicionó: propuestas para las pymes, la clase media y esa mirada de que la política tiene “un buen lejos” y exige conversación y no gritos.

En fin… se abre un escenario positivo. Donde cada uno, en este momento, evalúa si vale la pena seguir sufriendo bajo un mismo techo y estar unidos “aunque duela” o dar el salto y volver a casa.

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