“Perón vuelve y Lula libre” enarbolaban con las manos haciendo la V y L Dilma Rouseff y Alberto Fernandez durante el encuentro de Puebla. Un encuentro en el que por fin se retomó la agenda latinoamericana y socioeconómica con foco en el ser humano y en el progreso colectivo con mirada regional.
No obstante, para que todo esto prospere no hay que caer en el error de apropiarse del concepto. Para que el progresismo realmente funcione y sea un expresión popular y una forma de encarar la gestión de un gobierno y las políticas a largo plazo de un estado y una región, debe identificarse con un conjunto de ideas, un proyecto de nación con movilidad, conformado por un colectivo diverso de espacios políticos y no por un partido específico. El progresismo es trasversal, no peronista.
Esta claro que el manejo que se hizo con la causa de Lula fue la forma que eligió la derecha para volver al poder. No obstante el Lava Jato existió. Aunque no ha sido patrimonio de un partido sino que todo el sistema político estaba involucrado y no solo de Brasil.
Fue la izquierda la que al claudicar en algunas posiciones y acciones, le dejó servida la posibilidad a la derecha, de hacer lo que mejor le sale: echar gobiernos progresistas y candidatos potencialmente ganadores, no por méritos propios sino bajo la excusa de la limpieza de corrupción o para instalar la “república” .
Lo mismo sucede con Evo Morales. Un presidente que logró hacer de Bolivia un cambio significativo en lo social y económico. Por primera vez llegó al poder un presidente de origen indígena. Pero cuando el referéndum popular le dijo no a la relección, Evo eligió presentarse igual y otra vez sirvió en bandeja la oportunidad para que las fuerzas de derecha insistan con aquella bandera o usando de excusa la defensa de la “república y la lucha por la transparencia”
Los gobiernos progresistas pecan de soberbia cuando no generan nuevos liderazgos, se enquistan en el poder, cuando se creen indispensables o que saben hacer cosas por su pueblo que ni el mismo pueblo puede identificar.
Cuando en lugar de ejercerlo, se creen que ellos y solo ellos personifican el progresismo.
Fue muy interesante la exposición de Ernesto Samper durante el encuentro del Grupo Puebla, dijo América Latina esta con continuos estallidos sociales. Estamos viviendo una conciencia por parte de la gente, de que es está retrocediendo. Hay una proletarización de la clase media en América Latina. Hay dos caminos o integrarnos o desintegrarnos. Se puede hacer solo una integración comercial – libre comercio- que a nosotros no nos gustan. O hablar de buscar la inclusión social, aprender a agregar valor a lo que tenemos, superar el modelo extractivista y construir ciudadanía. La fórmula es sencilla regionalismo en lo económico, pero integración política. La integración política no es una integración ideológica. Tenemos que desideologizar las relaciones internacionales. Tenemos que hablar de política, pero de los temas que nos unen, no de los temas ideológicos que nos dividen. América Latina como una zona de paz en el mundo. Todavía estamos con tentaciones totalitarias. Hay que hablar de la vigencia de los derechos humanos y de como enfrentar el cambio climático. Volver a hablar de política para construir esta casa grande que es A Latina.
En verdad todo indicaría que líderes como Bolsonaro no ganan, solo aprovechan las claudicaciones de los políticos que teniendo todo para ser ejemplares, se patinan.
Si se pone foco en la agenda real y urgente de latinoamerica esto no debería pasar.

Foto: Diario El País.

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