Política, progresismo, prioridades de un futuro gobierno, feminismo, dictadura e historia personal son los temas que recorreremos en esta entrevista reveladora con Silvia Collín, una experimentada dirigente política.
Formando parte de un partido político, ha experimentado el proceso electoral desde adentro, desde la competencia interna hasta la conformación de la lista final. En esta entrevista, Collin nos ofrece una visión única sobre los desafíos de la política argentina, desde la incertidumbre en las elecciones nacionales hasta la importancia de poner las cuentas en orden para avanzar hacia un modelo productivo con inclusión.
Además, nos lleva en un viaje a través de su historia personal y reflexiona sobre cuestiones candentes, como el lenguaje inclusivo y la situación actual del sistema político argentino. Acompáñanos en este recorrido a través de la mente y el corazón de una política con décadas de trayectoria.
Entrevista:
SC: Formo parte de un partido político, y fue interesante la experiencia de competir en las PASO internamente y después tener que juntarnos y armar la lista. En mi caso, tengo que presidir la lista, lo que también conlleva la responsabilidad de unificar y contener. También es interesante porque integro una boleta general en el distrito tanto a nivel nacional como local, con dos candidatos que no eran los candidatos con los que fui a las PASO. Pero, como le dije a alguien del PRO, yo soy radical, con lo cual para mí eso no es un problema. Estoy acostumbrada a ir a la interna, y si toca perder, trabajar para quien ganó.
Respecto a la elección general, la nacional, pocas veces hubo tanta incertidumbre, ¿verdad? Y es muy raro esto de que haya un candidato que expresa a un sector con tanta bronca y sea alguien que en sí mismo incentiva esa bronca.
DP:¿Cuál crees que debería ser la prioridad de un futuro gobierno?
Me queda muy claro que lo que se está haciendo en este momento desde el gobierno es dilapidar, emitir billetes, que es una bomba de tiempo. Creo que para empezar, hay que poner las cuentas en orden para poder encaminarse hacia un modelo productivo. Nosotros necesitamos integrarnos al mundo y para todo esto necesitamos previsibilidad. La posibilidad de cumplir con los compromisos y resolver la cuestión del dólar. Hoy no podes producir porque no tenes insumos externos y no te dan dólares para poder comprarlos. Creo que hay que hacer foco en poner en orden las cuentas y el presupuesto público. Y en este sentido, es importante que en JxC se hayan armado equipos con gente proveniente de diferentes espacios, que tiene matices, pero que conforman un plan.
¿Hay algún acontecimiento puntual de la política que te haya marcado en tu historia personal?
Hubo algo que me marcó. Fue en el año 1987 cuando estaba en la FUCADE, que fue una de las primeras fundaciones que tuvo el partido. Yo ya era politóloga y fue en uno de los primeros lugares donde empezamos a aplicar una metodología para hacer encuestas que estén bien hechas. Con limitaciones, ya que no teníamos mucho financiamiento ni el modo de funcionamiento de ahora, pero se empezó con Luis Aznar y Analía del Franco y otros más, a trabajar con el tema de las mesas testigo para medir resultados de la elección de 1987. Y así fue como nos enteramos a las 18:30, antes que nadie, que perdíamos la elección de ese año. Nos miramos todos con esa contradicción de haber logrado aplicar un método innovador pero que nos traía esta respuesta. Así que fue un día muy triste.
Otro día importante fue en 1989. Lo viví como un duelo porque terminaba el gobierno de Alfonsín pero también con orgullo porque habíamos logrado la transición a otro gobierno democrático. Creo que pocas veces lloré tanto como cuando Alfonsín entregó el bastón de mando, pero al mismo tiempo sentí tanto orgullo, no, no sé si las palabras es orgullo, con dignidad es decir, sentí que estaba en el lugar donde tenía que estar. Una salida con responsabilidad y una lección democrática de lo que significa la alternancia y que nada nada es eterna. Yo tenía un problema, te vas a reír, pero para mí era un problema. Todo el mundo hablaba después de Parque Norte “del tercer movimiento histórico”. Pero por mi formación académica, para mí era y es básico el tema de la alternancia. Solo pensar en estar cien años en el poder, es una autocracia, digamos, no!
¿Qué opinas del debate alrededor del lenguaje inclusivo?
Te voy a ser muy sincera, tenemos un problema respecto al tema de los derechos humanos y el feminismo principalmente y el derecho de las personas o de las diversidades. Nos dejamos correr por la izquierda. Entiendo desde la semántica toda la carga que tiene la cuestión del lenguaje, pero hay cuestiones en las que hemos equivocado la estrategia, tal vez de la pedagogía de lo que significa una sociedad más igualitaria y creo que tenemos que recuperar esa iniciativa. A veces la gente se niega o rechaza ciertas cosas que impulsamos desde la agenda igualitaria por estos debates.
El periodista Jorge Liotti, acaba de sacar un libro que se llama “La última encrucijada”. Allí se sostiene que Argentina llegó a un punto culminante en que no hay más tiempo para girar en falso y que el sistema político hoy está bloqueado. Se refiere a la incapacidad de respuestas articulares. ¿Cuál es tu opinión sobre esta perspectiva?
Cuando pienso en la política pienso en la representación, en la capacidad del liderazgo, pienso en las responsabilidades que tiene quien ejerce ese liderazgo. Entonces no se hace determinada acción porque a uno se le canta o de acuerdo al gusto personal. La responsabilidad de ser parte de una organización, exige conducir, dar respuesta.
Existe una nostalgia de muchos radicales más de centro izquierda, respecto a un radicalismo que sea más progresista. ¿Cuál es tu opinión?
Es una discusión que se está desarrollando en todos lados, qué cuerno significa hoy ser progresistas?. Yo creo que también conceptualmente las cosas van cambiando porque se van adecuando a las nuevas formas de organización social. Entonces digo lo que hace 40 años, parecía de centro izquierda hoy quizás termina siendo anacrónico. La discusión tiene que ser otra, hoy hay que trabajar en cómo generar inclusión, cómo generar condiciones para el desarrollo y el progreso de toda la sociedad. Hoy tenes el 50% de la gente que está por fuera del mercado laboral formal. Entonces creo que debemos salir de debates anacrónicos que quedaron en el túnel del tiempo. A mí me toca la responsabilidad de estar en un lugar de gestión, pero de cercanía absoluta. Pongo la cara y trabajo para una buena gestión. El radicalismo tiene 400 intendencias en todo el país. Dirigentes de bajísimo perfil. Y cuando vas a ver las gestiones que están haciendo en sus gobiernos locales son innovadoras, miran hacia adelante. Son inclusivas y tienen políticas públicas cercanas a la gente. Se ocupan de los problemas que afectan a sus vecinos. Entonces quedarse discutiendo si es progresismo o no. Ser progresista, lo importante para mí hoy es generar trabajo, posibilidades de ascenso social. Y trabajar en esto desde el radicalismo. A mí me pasa hoy que trato de resolver un problema que me trae algún vecino, y trabajando en la gestión y haciendo aquello para lo que se me eligió. Hay resoluciones y hay respuestas que no tienen que ver con el debate derecha o izquierda, sino con respuestas justas y adecuadas. Es esa sensación de decir: estamos haciendo las cosas como se debe. Cumpliendo con el deber.
Con la candidatura de Milei, surgió una reivindicación de la dictadura, me gustaría que compartieras cómo viviste esos años del golpe de estado y cómo afectaron a tu familia.
Cuando se produjo el golpe militar, en aquel momento, tuvo un impacto profundo en mi vida, ya que experimenté sus repercusiones desde dos perspectivas distintas debido a la composición diversa de mi familia. Por un lado, tenía familiares que formaban parte de las fuerzas militares. Por otro lado, tenía mi hermana que estaba estudiando en la universidad en ese momento, y a solo cinco meses del golpe, tuvo que abandonar Argentina debido a amenazas y persecución, a pesar de que no estaba involucrada en actividades políticas o de militancia.
Cuando mi hermana partió, dejó atrás una biblioteca repleta de libros que mi padre, quien también era militar, conservaba con esmero. Cuando empecé la universidad, mi padre me pasó varios de sus libros, y entre ellos encontré una gran cantidad de literatura de izquierda, incluyendo obras de los clásicos y autores que eran difíciles de conseguir en las librerías de aquel entonces.
Mi padre, llamado Edgar Sydney, se distinguió por su posición crítica hacia los acontecimientos de la dictadura militar. Incluso durante su carrera en las fuerzas armadas, expresó dudas y cuestionamientos sobre las acciones llevadas a cabo por el régimen.
Y otro episodio que recuerdo de él fue cuando, en respuesta al apoyo de Estados Unidos a Inglaterra durante la Guerra de Malvinas, mi padre decidió devolver una condecoración que le habían otorgado desde Estados Unidos. Este gesto simbolizó su rechazo a la alianza entre estos dos países en un momento tan delicado para Argentina.
Mi familia tenía una rica tradición política, representada en diversos ámbitos. Un tío mío, también quien fue mi padrino, ejerció el cargo de intendente radical en dos ocasiones en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Mi abuela, por su parte, era una ferviente seguidora del partido radical y nos inculcaba sus valores desde temprana edad. Vivía en un campo en el oeste de la provincia, al cual seguimos visitando hasta el día de hoy. A lo largo de las generaciones, hemos mantenido nuestro arraigo a ese lugar, y ahora son mis primos quienes continúan viviendo en el campo que tanto significó para nuestra familia y aún hoy nos reúne cada tanto.
Si tuviera que hacer un balance de tu carrera política, cuál sería tu marca personal, qué es lo que crees que inspira de tu trayectoria a otras personas?
Creo que la coherencia, pero la coherencia no en un sentido autoadulador. Soy muy auténtica y lo que digo, lo que hago; lo practico. No tengo filtros. Y creo que eso me reconocen, el valor de ser garante, de cumplir con las cosas en las que creo que son correctas.
Fui la primera mujer Presidenta cuando había Convención. Me acuerdo que por ser autoridad partidaria era miembro de la Junta Electoral y en su momento se modificó la Carta Orgánica que entre otras cosas introdujo el cupo. Y me di cuenta en en todos los acuerdos a los que llegábamos yo aparecía como una especie de garantía. Sabían y saben que yo no podría hacer algo por izquierda.