NO SON TIEMPOS DE OFICIALISMOS Y OPOSITORES, ESTAMOS TODOS NAVEGANDO EN EL MISMO MAR. EL PRESIDENTE DEBE GARANTIZAR EL FUNCIONAMIENTO DE LAS INSTITUCIONES Y LAS MINORÍAS ASUMIR EL MANDATO DE CONTRALOR, EVALUADOR Y DE SUPERVISIÓN.
Por Pedro Calvo
Consecuencia del Coronavirus hoy vivimos en un estado de emergencia de escala planetaria. Su presente y sus consecuencias están poniendo a prueba la entereza de los sistemas democráticos. Tiene un costo la democracia: la obligación de explicar todo en la “arena pública”, lo bueno que la sociedad entera vea y perciba lo difícil que le resulta a algunos explicarse. Desmontando las mentiras de líderes y gobiernos, grandes mentiras, que son muchas veces fabricadas distorsionando pequeñas verdades, de ahí su peligro.
Líderes como Trump, Bolsonaro, Boris Johson, Erdogan, Orban, Maduro entre otros, buscan respuestas simples y falsas a problemas complejos.
Cabalgando sobre mayorías electorales restringen, condicionan o debilitan el estado de derecho. Existe una disputa de ideas sobre dos visiones de entender la democracia: Kelsen vs Schmitt. Visión esta última que cree que los votos dan derechos sobre un sistema de libertades y derechos individuales. Vivimos un desafío transnacional que requiere respuestas transnacionales.
Han reaccionado los organismos internacionales de forma lenta, dubitativa e insolidaria. Faltos de liderazgo y coordinación. Vale el ejemplo del G 20 en plena crisis del 2008, su respuesta en 2009 fue encabezada por Gordon Brown ex premier británico. Hoy, conduce el G 20 el rey de Arabia Saudita -Salmán bin Abdulaziz- quien, por su edad, deja la responsabilidad en su hijo y príncipe heredero Mohammad bin Salmán. Cuya notoriedad internacional surge ante la desaparición y descuartizamiento de un periodista opositor. Incluso hay quienes pronostican un vencedor post pandemia: el estado autoritario -China-, con capacidad de disciplinar a la sociedad y hallar respuestas rápidas. Como contracara el Tribunal Constitucional Alemán defiende el derecho de manifestación pública, también en tiempos de pandemia.
Conscientes de nuestra fragilidad sacrificamos libertad a cambio de seguridad. En nuestro país frente a un Poder Ejecutivo que se puso al frente en la búsqueda de respuestas en la pandemia aparecen un Poder Legislativo y Judicial ausentes. Tomamos con naturalidad y/o resignación el aislamiento social y el cierre de fronteras. Escuchamos hablar del ciber control. No podemos olvidar que la libertad de expresión es esencial al funcionamiento pleno de la democracia. Nadie puede dudar lo importante, como piloto de tormentas, que el Presidente de La Nación adquiera y fortalezca la confianza pública en su figura. Corresponde rescatar y valorar su convocatoria a quienes gobiernan sin distinción de colores políticos.
Resaltar su amplitud democrática cuando cita a Raúl Alfonsín o a Sarmiento ante la Asamblea Legislativa. No son tiempos de oficialismos y opositores, estamos todos navegando en el mismo mar. Sí, hablar de mayorías y minorías. Ahí apuntamos que una mayoría circunstancial, que encabeza el presidente Alberto Fernández, tiene responsabilidad en garantizar el funcionamiento de las instituciones de la República y la Democracia. Tampoco pueden las minorías eludir su mandato de contralor, evaluador y supervisión. No puede el estado de emergencia aplastar al estado de derecho. Son la deliberación y el consenso principios legitimadores e irrenunciables de la democracia.
Ante un cuadro de angustia e incertidumbre, con una profunda y brutal crisis económica y social, deben quienes tienen responsabilidades que les otorga la Constitución, poner en marcha las instituciones que son el umbral de nuestros derechos.
Pedro Calvo – Diputado Nacional (MC) Profesor Principios de DDHH y Derecho Constitucional UBA