Pedro Calvo, ex diputado nacional de la UCR
Releer la historia no sólo ofrece a la teoría un repertorio de ejemplos, sino que es un laboratorio en actividad que sirve para explorar respuestas a problemas actuales y futuros. Desde hace unos días en la arena pública se escuchan voces que explican los sucesos del 2001 con clave de actualidad. La crisis política, económica y social del gobierno de la Alianza significó un final de época en el terreno político, reconstituyendo el sistema de partidos políticos en el siglo XXI. Dejó el gobierno de Menem una bomba de tiempo en lo monetario, en lo financiero y en lo social. Endeudamiento y fuga de capitales; desguace del estado y privatizaciones; desindustrialización y extranjerización de nuestra economía. Crece la deuda externa de 65 mil millones de dólares a 150 mil millones de dólares. Se produce una caída del 24 % del PBI; un desempleo del 18 %; bajo la línea de la pobreza llegan un 35 % de la población en octubre y después con la devaluación llega al 53 % en los sectores urbanos y de ellos aproximadamente un 25 % con necesidades básicas insatisfechas o sea en indigencia.
Hubo dos causas determinantes de la crisis: 1) la imposibilidad de afrontar los pagos de la deuda externa; 2) el agotamiento del plan de convertibilidad. Ya había sucedido la crisis de los países asiáticos, de Turquía y Brasil.
Poco tiempo antes de morir el presidente De la Rúa recordaba en un reportaje: “me dejaron solo en la pelea contra el FMI, que era la expresión peor del capitalismo retrógrado (…) ellos empezaron a retacearnos los créditos ya concedidos. El FMI nos asfixió (…) era la administración Busch Republicana; llegaron ahí Khöler, alemán, que se enojó mucho cuando yo anulé el contrato de Siemens y una Anne Krueger una fundamentalista”. A ello sumemos un Estados Unidos que luego del atentado de las Torres Gemelas, tenía otras prioridades y no estaban en su agenda los problemas de América Latina. Declarando el Secretario del Tesoro O´ Neill “los plomeros y carpinteros estadounidenses no se pueden hacer cargo de la deuda argentina”.
Gritaba hace unos días Cristina Kirchner, desde la tribuna, dirigiéndose a los radicales “despabílense porque el FMI les volteó dos presidentes”, hoy no puede eludir la Vicepresidenta de la Nación que es su gobierno quien tiene la responsabilidad política de hacerse cargo de la negociación con el FMI y del cual ella es su principal sostén político.
Significó la Convertibilidad un tótem que encorsetó las distintas variables económicas a partir de la relación 1 peso= 1 dólar. Épocas lejanas en nuestro país, tenía como antecedentes la convertibilidad dentro del sistema de la vieja Caja de Conversiones. Implicó la convertibilidad que toda una economía funcionara sobre la base de un endeudamiento constante y creciente. Discutiendo la paternidad de la Convertibilidad Menem y Cavallo tuvieron el acompañamiento de los economistas neoliberales que aplaudían entusiasmados el modelo. Plena reelección de Menem en 1995 el PBI caía un 4 %, la desocupación alcanzaba el 17,5 % -el gobierno de Alfonsín la había dejado en 7,6 %-, la pobreza el 22 % y el endeudamiento externo, luego de las privatizaciones, en 90.000 millones de dólares. Explotó la Convertibilidad en el gobierno de la Alianza. Un gobierno que convocó a la esperanza, terminó en la frustración de miles de compatriotas envuelto en un clima de violencia que pusieron en peligro las instituciones de la Democracia. Desde los sectores de poder se estableció una puja entre quienes planteaban la opción de la dolarización y aquellos que veían como inevitable la devaluación.
Hoy, como “recuerdos del futuro” reaparecen en los medios y como asesores y/o consejeros de algunos de los principales dirigentes políticos Cavallo y los López Murphy, Milei, Espert, Broda, Sturzenegger levantando las mismas ideas del liberalismo económico que fueron causantes de la crisis del 2001. Son los fundamentalistas de siempre que no creen o se niegan a ver que el mundo y la Argentina necesitan otras políticas y respuestas frente a la pandemia. Otra mirada distinta a la que desde Reagan y Thatcher consolidó el capitalismo financiero.
Cuando las instituciones de la República estuvieron en peligro en el 2001 la política, entendida desde la ética de lo colectivo, artículo los consensos necesarios entre Duhalde y Alfonsín representando las dos fuerzas políticas mayoritarias. Decisión estratégica que significó definir un rumbo, fortaleciendo el poder político ante sectores minoritarios que apostaban a perpetuar sus privilegios en detrimento de la Nación y del conjunto de los argentinos. Hoy como ayer es responsabilidad de la política encontrar los máximos comunes denominadores para superar la crisis post pandemia.