Ricardo Alfonsín fue designado embajador ante España por el gobierno de Alberto Fernández. Algunos radicales todavía muy enlazados con el macrismo salieron a criticarlo duramente, incluso un dirigente joven de la provincia de Buenos Aires dijo que pediría la expulsión del partido. Como si fuera posible por decreto desligar a Alfonsín (H) de la UCR.
Estas reacciones dejan algunas cuestiones en las que pensar.
El componente anti peronista innato. Hay en muchos radicales y en personas independientes o de espacios afines, un rechazo al peronismo muy arraigado, no importa quien sea la figura que lo personifique. Se es antiperonista siempre, así sea Menen , Herminio, Chacho, Bordón, los Kirchner, Sergio Massa, Alberto Fernández, Daniel Arroyo, Eduardo de Pedro, Gines González García, Gustavo Beliz, o Malena Galmarini.
Pero desde que los partidos dejaron de ir solos a las elecciones, ya que se recrean alianzas y bien variadas-esos comportamientos “anti” se chocan con la realidad. Y obliga a analizar caso por caso.
De modo que los espacios, con toda esta dinámica han ido forzando a quienes tienen participación activa en política, a tener que tomarse el difícil y tortuoso trabajo de decidir por si mismos y no tanto siguiendo a ciegas la disciplina partidaria.
Creo que por eso surge el problema frente a la decisión de Ricardo Alfonsín de asumir como embajador.
Un dirigente que ha mostrado fehacientemente su vocación democrática, su liderazgo, su respeto por el partido, su radicalismo en la sangre, pero también su mirada progresista, su capacidad de diálogo, su búsqueda de encuentro y empatía y la inteligencia de evaluar los procesos con perspectiva y equilibrio. También su propio proceso político, que tiene que ver con el mismo que atraviesa todo el sector progresista, lo ha ido llevando a donde está ahora.
Hoy el gobierno de Alberto Fernández para muchos progresistas plantea una gran incógnita. Hace dudar de la propia posición histórica e interpela: ¿y si esta vez vale la pena animarse a dar el paso de contribuir? Muchos sienten ganas de acompañar, de colaborar para que le vaya bien, porque parece moverse en la dirección correcta. Aunque persiste la duda por el temita del “anti” y por supuesto porque el peronismo también ha sido muy cerrado en casi todas las situaciones históricas. Y por último tampoco se tendrá certeza ahora mismo si la “dirección correcta”, el rumbo realmente es fruto de un proyecto y planificación o se están improvisando.
Pero lo que gira en torno a la construcción política del actual gobierno de arranque al menos intenta ser un Frente “con todos”. Esta Victoria Donda, Pino Solanas, Marco Lavagna, Vilma Ibarra y ahora encima Alfonsín. Todos dirigentes que antes intentaron armar ese espacio progresista como tercera fuerza pero que ahora se integraron al oficialismo para darle forma a un frente que no sea solo peronismo. Fue posible por Sergio Massa que venía armando algo propio y decidió que era el momento de armar con otrxs.
Los hechos, el avance del gobierno irán mostrando si las señales de ser algo más amplio son reales o solo una ilusión vendida en una campaña.
Pero hay algo que no se puede manejar mucho y es el deseo. Nuestra cabeza puede decirnos “nooo, son peronistas”, “se juntan por el poder”, pero el deseo -esa pulsión no manejable- puede querer asomar simplemente para ver si esta vez, tienen intenciones reales de conversar y salir de la burbuja para lograr superar la crisis actual hacia un país que produzca, que tenga empleo que nadie sufra más tanto tanto, haciéndolo posible con un gobierno diverso, con políticas de estado , inclusión, instituciones fuertes, y un debate público más racional y pluralista.
En conclusión, tal vez en un tiempo haya que volver a las fuentes y criticar, rearmarse y proponer una opción. Organizar posta una tercera vía. Pero mientras tanto hay dos opciones: o quedarse a esperar que el gobierno fracase -cómodos twitteando cual haters- o colaborar para que los que lograron ganar una elección democráticamente en primera vuelta, puedan cumplir con el sueño de lxs argentinos que es primero salir del pozo y luego -muy pronto- estar mejor.
Creo que esa es la intención de Ricardo Alfonsín.
De España siempre se puede volver en 8 horas con un vuelo de línea. Ojalá que no sea el caso.
Con todo, el progresismo ya sea que integrado al gobierno o en el rol de cuestionar, puede aprovechar este tiempo para reorganizarse, generar un espacio propio con movilidad interna e innovando en su propuesta. Para que al menos: si decide salir a la cancha por su cuenta como tercera fuerza en la próxima elección o que continúe integrándo individualmente, lo haga desde algo propio y colectivo. Si no logra ser una real y potencial fuerza de opción de poder, no podrá ni competir con ni tampoco estar integrado al oficialismo con la autonomía y la entidad que pregona y podría merecerse.