El radicalismo de la Capital realizó este sábado 14 de diciembre un Congreso en el microestadio de Ciudad Universitaria. Una gran cantidad de jóvenes debatieron durante el día en comisiones y sobre el final hubo un panel conformado por Marcelo Stubrín, Carla Carrizo, Luis Tonelli y Luciana Rached. El cierre estuvo a cargo de Guillermo de Maya, Presidente la UCR Capital, Emiliano Yacobitti, Diputado Nacional y el senador Martín Lousteau

Algunas reflexiones que plantearon los oradores. Evaluaron que la coalición que conformó el radicalismo con el Pro en 2015 fue para frenar al kirchnerismo, en el 2017 fue anti kirchnerista y en el 2019 se transformó en anti peronista. Esta radicalización de alguna manera terminó configurando que Juntos por el Cambio representara el “conservadurismo” mientras que el Frente de Todos, aglutinaba al “progresismo”.

Dijeron, “la verdad es que Juntos para el Cambio no es el antiperonismo sino que es el desarrollismo. Y el radicalismo en esa coalición es quien debe liderar el mandato de desarrollo con equidad

Allí radica el eje de la convocatoria: El radicalismo de la Capital busca mantener la coalición con el Pro pero correrla de la derecha hacia el centro. “Hoy discutimos qué puede sumar el radicalismo en esta coalición. Queremos que la Ciudad de Buenos Aires sea reconocida no solo por obras  como el viaducto, sino también por la equidad social. La educación. Formar ciudadanos del mundo, pero para que se desarrollen aquí”

La autocrítica en algún momento salió, dijeron: “debimos marcar más fuerte los errores”, “no decían díscolos cada vez que planteabamos diferencias”.

Conclusión desde Despierta Progresismo: En el radicalismo de la Capital – a diferencia de la UCR nacional- hubo un recambio generacional. Hoy lideran el espacio centenario dirigentes de entre 40 y 50 años. Pero siguen con poca confianza en su propio capital político y humano. En lugar de mostrar,  generar y promover hacia “el afuera”, figuras y competitividad electoral (con la que cuentan y más tendrían si se lo propusieran), se mantienen atados a una coalición que, si bien les rindió, ya que consiguieron ampliar en diputados, senadores, legisladores y comuneros, les reduce potencial de protagonismo e identidad en el proceso histórico que saben, se necesita. Lo cierto es que la fortaleza que tienen la UCR de la Capital hacia adentro, ni ellos mismos llegan a dimensionarla, ya que pocos partidos políticos pueden mostrar semejante militancia, congresos partidarios tan participativos y una estructura fuerte en lo formal y en lo real. Sin embargo, no se refleja en la oferta electoral que habitualmente presentan en los últimos años, siempre mezclados muy por debajo del PRO.  Sería tanto más provocador y disruptivo si buscaran de una vez por todas, romper con el PRO y provocar un encuentro de centro izquierda o si les suena extremo, un consenso socialdemócrata progresista, con las fuerzas de la Capital con las que histórica e ideológicamente son afines. El Pro no podría nunca contar con el semillero de militancia, el talento y la trayectoria de la mayoría de los dirigentes radicales, si no contara con el último bastión que le queda, el gobierno de la Ciudad. En cambio, en la derrota o en el triunfo, los radicales siempre han mantenido rituales, convocatorias, dinámicas de familia/partido.  Un capítulo aparte la luz que irradia Carla Carrizo, sin duda una mujer con el discurso más progresista y una gran capacidad de análisis de la realidad. En resumen, el Congreso radical se destaca por la capacidad de convocatoria y de dinamización que logran Yacobitti y Lousteau en el partido. Una de cal: les faltaría, en el plano interno, integrar a buena parte de la generación intermedia del radicalismo que por ser progresista y por su antipatía con el PRO, queda a un costado rezagada.

 

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