Alexandra Ocasio Cortez de 29 años, nació en el Bronx -New York- y es la mujer más joven elegida congresista en Estados Unidos. Brittany Kaiser -estrella del último documental de Netflix “Nada es privado”- tiene 33 años, nació en Houston y trabajó en la campaña en Obama de 2007- antes en Amnistía internacional, pero luego derivó en ejecutiva en Cambridge Analytica, la compañía que uso los datos de las audiencias en línea para manipular la opinión pública en beneficio de Trump y del Brexit. Dos caminos para llegar.
Hacer carrera, destacarte en el mundo de la política, ganar notoriedad y llegar a la cima es un camino minado para las mujeres y para las nuevas generaciones.
La política está reservada para logias de dirigentes que no abren juego. Tienen dinero, influencia social y poder. Aunque alimentan el semillero de militantes voluntariosos y voluntariosas que con talento y pasión rellenan los casilleros de las inferiores de los partidos, la realidad es que siempre quedan rezagados a llevar la cartera de los líderes y a la repartida de volantes, nunca con potencial real de transformarse en figuras destacadas o jugar en las grandes ligas. No existe la movilidad interna.
Muchos de los obstáculos para que esto pase son invisibles. Las leyes avanzaron para promover alguna igualdad, pero solo donde quedaba tangible brutalmente la traba para acceder. Por ejemplo, en la conformación de las listas de candidatos a las legislaturas o en los cargos partidarios, en muchas partes del mundo se contemplan cupos. Son las llamadas “acciones de discriminación positiva”. Y las estadísticas muestran que apenas se cumple el número establecido por ese cupo, no entran más personas del sexo o grupo discriminado. Si la regla es, por ejemplo, fijar el 30% de los lugares para las mujeres, coincide con las que efectivamente ingresan en los bloques de legisladores o en las mesas de conducción de los partidos políticos. Aunque -ignorando las estadísticas- persisten los argumentos de que para llegar hay considerar la capacidad y no el sexo de las personas u otros obstáculos. Fantasía o hipocresía de quienes los sostienen, la realidad es que el 70% que ingresa sin cupo no rinde ni rindió jamás concurso o examen de ingreso para ocupar el cargo.
Con todo, igual no alcanza. Hecha la ley, hecha la trampa. En muchos casos son los hijos/as o las esposas de las figuras jerárquicas de los partidos, las que cubren esas vacantes para cumplir con el imperativo de diversidad. La opción a los parientes es poner a quienes consideran maleables (conocidos no por sus nombres propios sino como “mi pollo”). La fórmula es zafar en lugar de cambiar, buscando la forma de garantizar que parezca inclusión, pero haya perpetuidad
En definitiva, dado que los dueños de las lapiceras que designan, son grupos acotados y enquistados, para las mujeres, los jóvenes o todo aquel que “no pertenece”, resulta imposible penetrar en esos espacios de decisión y administración de poder y recursos reales de las estructuras.
No solo el techo de cristal es la barrera para el ascenso en política, también las paredes son de cristal. Hay una discriminación horizontal que la disfrazan de reuniones “espontaneas” (para saltear los espacios institucionales), tales como cruces en un pasillo, arreglos informales –“justo me lo encontré a fulanito en el ascensor y quedamos en que el partido actuará de este modo” o “jugamos fútbol el domingo y en el entretiempo se definió que el bloque votara de tal forma”- son los espacios donde efectivamente se resuelven las cuestiones de fondo.
No obstante, las mayorías militantes (“las bases”), más que victimizarse deben aceptar que tienen algún grado de responsabilidad. Con la excusa de la lealtad y el verticalismo, una y otra vez resignan ingenuamente emprender un camino propio, destilando entre sus manos las oportunidades por mantenerse en la estructura y bajo el paraguas del “proyecto colectivo”. Como sea, se mantienen en espera del dedo que los señale y elija para tal o cual cargo/candidatura (y que casi nunca llega ).
En cambio Alexandra Ocasio Cortez y Brittany Kaiser buscaron protagonismo desde el capital propio, forjando su marca personal.
Sumado a que ambas tuvieron al mismo tiempo que resolver conflictos duros de su economía familiar para sobrevivir. No solo se trataba de conseguir un lugar en el mundo del poder, también de conseguir su techo, comida y acceso.
Sin restar méritos a sus antecesoras o posibles referentes que abrieron grandes puentes siendo mujeres políticas feministas con proyección internacional, como Hillary Clinton y Michelle Obama, lo cierto es que fueron liderezas que además de contar con el trampolín por su rol de cónyuges, el temita de la economía doméstica lo tenían bien resuelto.
Alexandra y Ocasio tuvieron que pelear en estos dos frentes y tomar una decisión.
Alexandra Ocasio Cortez eligió usar su origen latino y humilde como fortaleza. Ser pobre e inmigrante en Estados Unidos y especialmente en la era Trump fue subversivo para el sueño americano de progreso individual, meritocracia y nación hegemónica. Trabajó de mesera y pagó sus estudios universitarios con un crédito porque tras la muerte su padre, su familia quedó en bancarrota. Para ser Congresista hizo una campaña a pulmón, ganando internas a los aparatos más enquistados del partido demócrata y luego llevando su mensaje a la opinión pública jugando con las redes sociales, buscando espacio en la tv e instalando un mensaje muy innovador.
Brittany se supo especial y formada, pero no destacaba, se veía desdibujada. Fue frustrante. Intentó entrar en la campaña de Hillary y no lo consiguió. Por fin, adquirió un lugar en Cambridge Analytica, donde ocupó un rol de conducción y accedió al dinero. Vivir de otra manera y codearse con hombres poderosos, por su propio talento y posición le demostró que el pasado de persona fantasma en las causas lindas y con grandes necesidades económicas en su vida personal, podía saltarse por fin.
Max weber habla de la ética de la responsabilidad y de la ética de la convicción. La primera es aquella cuya conducta analiza, razona y toma decisiones teniendo en cuenta los fines, las consecuencias de las acciones. Mientras que la convicción se rige solo por los principios y las obligaciones morales. Según el sociólogo alemán, el político debe regirse más por la responsabilidad que por la convicción. Realizar aquellas acciones que lo acerquen a los objetivos propuestos. También diferenció dos modos de hacer de la política una profesión: o se vive “para” ella o se vive “de” ella.
Alexandra Ocasio Cortez consiguió combinar ambas éticas y además vivir para la política. ¿Cómo? Transformando todo aquello que podría haber sido su ancla, en banderas a defender. Brittany Kaiser en cambio claudicó, mareada por la experiencia excitante y la adrenalina de manejar la innovadora herramienta que daba acceso a la mente y comportamiento de los votantes: los datos.
Cuando el escándalo por el mal uso redes sociales ya casi estalló, Brittany Kaisser se calzó el traje de arrepentida y frenó. Denunció a sus jefes y brindó toda la información acerca de las manipulaciones realizadas sobre los votantes y las falsas noticias lanzadas.
Ocasio en cambio, hoy pelea cara a cara con Trump, teniendo como baluarte su compromiso con los postergados de la principal sociedad capitalista, medio ambiente, los derechos de las personas, el respeto a los diferentes orígenes y buscando promover la igualdad y la integración en Estados Unidos.
La vida te tienta de diversas formas. Elegir cual será una trampa y cual una oportunidad no es algo que pueda adivinarse. A veces es cuestión de suerte (o mala suerte) otras veces de jugarse por el material del que estas hecha/o. O quizás solo se trata de leer a Weber un poco. ¿Quién sabe? Trabajar en las causas que soñamos no siempre es posible. Resignarse es una opción sobre todo frente a una oferta tentadora, aunque de arranque cualquier persona honesta diría “no, yo jamás”, pero acaso quien sea que lea esta nota, ¿ todo el tiempo eligió el bien, en lugar del ma?l. ¿Siempre pudo combinar valores con necesidades y responsabilidad? ¿Es posible levantarse cada mañana y reafirmarse en los propios valores, evitando en toda decisión tentarse a medir el costo de oportunidad? Ocasio lo hizo, y así reveló la clave para triunfar en política